martes, 21 de noviembre de 2006

Encrucijada

Me miras y no me ves,
porque hace mucho que he ido cambiando y tú no has querido reconocérmelo.
No has querido acompañarme. Y ahora ya no estoy a tu lado.

Sigo aquí, pero me miras y te desconciertas.

Crees que me he alejado de ti porque no comparto tu camino.

No se que piensas cuando me miras,

pero es evidente no te gusta lo que ves.
Demasiadas pegas,
demasiado a disgusto,
demasiado muerto,
demasiado mustio.

Decía el poeta; "caminante no hay camino, se hace camino al andar".

Doy fe de que se equivocaba.
Se hace camino incluso sin andar porque la vida nos obliga, nos empuja, nos intimida, nos alucina, nos abruma.

Caminos hay tantos....,

tantos como personas.
Unos como en una cinta trasportadora, como una escalera automática.
Te quedas quieto y la ella avanza. No se para.
El paisaje pasa, lo disfrutas, lo admiras.
Te rodea pero no formas parte de él.
Hay formas y colores que nunca verás. Hay olores que no olfatearás. Hay sabores que no probarás.
Pero es un camino seguro. Tendrás donde agarrarte si hace falta.
Sabrás donde apoyar el pié sin tropezar.
Estás segura de la velocidad y sabes que llegarás.

Solo verás lo que esté cerca,

solo el primer plano y solo el instante que tarde en pasar.
Solo saborearás lo que se ponga en tu boca, lo que alguien te acerque y te deja lamer.
Solo olerás el perfume de tu propia ropa. Y el de quién comparta contigo el camino,
tu estático camino.

Pero incluso desde aquí

he visto que hay personas corriendo ahí fuera, por el campo.
Recorriendo senderos estrechos y revirados y a veces, cruzando por medio de los prados.
Jugando con extrañas flores cuya forma no alcanzo a distinguir bien y entrando y saliendo en el bosque, donde les he perdido de vista un buen rato.
Cuando han vuelto a salir iban tapándose la nariz porque sin duda el olor no era agradable,
pero yo no llego a olerlo.

Aparecen otros detrás de la colina. Se llaman, juegan, se empujan, se desnudan, se aman, ríen, lloran.

Otros se les unen, discuten, cantan, se separan, se marchan.
Van a la charca. Se bañan desnudos. Se masturban juntos y ríen histéricos hasta el flato.
Emborrachan sus sentidos mientras se disfrazan con extrañas ropas y parodian la comedia de la vida sobre un escenarios de terciopelo y sentimientos.

Y yo sigo en tu camino, que no es camino.

Traje gris. Corbata de doble nudo.
Elegante como un novio. Eterno novio monógamo. Padre gris perla sombría. Esposo modélico, fiel y marchito.

Tú sigues en el camino. Segura, sombría y ya distante. Plena al sentirte madre. Humana al sentirte hija. Ciega para no mirar adelante.

1 comentario:

Alvaro dijo...

Aprecio el dolor en tus palabras. Espero que algún día ese camino te permita llegar a un sitio donde puedas ver un horizonte. Un saludo.